El Puma

El área de dispersión de este félido es muy amplia: desde Canadá, a través de toda América del Norte y Central (excluyendo las Antillas) se extiende por América del Sur, hasta la Patagonia. En algunas de estas regiones el puma es abundantísimo, pero en otras puede considerarse casi extinguido.
Prefiere la selva a los terrenos abiertos, permaneciendo por lo general en las lindes de los bosques o también en las llanuras recubiertas de altísimas hierbas, donde emprende la mayor parte de sus cacerías. Si es perseguido por el hombre busca refugio en la espesura, escondiéndose con mucha habilidad entre los arbustos. Pasa la mayor parte del día durmiendo en los árboles, o entre los matorrales o las hierbas altas, y por la noche sale en busca de sus presas.
En sus movimientos el puma se muestra ágil y decidido; se dice que es capaz de dar saltos de hasta seis metros. Sus ojos son grandes y serenos y su mirada se halla totalmente exenta de ferocidad; ve mejor durante el crepúsculo y por la noche que a pleno día. Tiene el olfato débil, pero el oído agudísimo. Se muestra valiente tan sólo cuando la necesidad le obliga a ello; por eso huye siempre ante la presencia del hombre o del perro. Se dice que solamente ataca al hombre si ha sufrido hambre durante mucho tiempo.
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