El tigre

Como un gato de pelo corto, con barba en las mejillas y con pelaje rayado con listas transversales muy marcadas y de color particularmente elegante, el tigre es un espléndido felino, ciertamente no menos admirable que el león, al que incluso supera en altura, esbeltez y en la agilidad de movimientos. Su longitud, medida desde la punta del morro a la extremidad de la cola, puede alcanzar los 3,80 m en los machos más viejos; pero, por lo general, no suele pasar de los 3 m, incluida la cola. Las hembras son mucho más pequeñas que los machos. El tigre pesa de 200 a 270 kg.
Los tigres que viven en las regiones septentrionales tienen, al menos durante la estación fría, un pelaje más espeso y largo que los de las llanuras cálidas de la India. El dibujo de este pelaje presenta una armoniosa combinación de colores, sobre todo en el contraste entre el amarillo rojizo claro y las rayas oscuras que lo recorren por encima. El tigre de bosque suele tener un color más intenso que el de la jungla; pero en todos los ejemplares parten del dorso, en dirección oblicua, rayas transversales, irregulares y ligeramente dirigidas hacia atrás, que descienden hacia el pecho y el vientre; la distancia entre esas rayas varía en cada individuo. Como en otros felinos, la coloración típica del manto varía sensiblemente según la latitud y clima: el color de fondo puede ser más oscuro o más claro, incluso alguna vez negro o blanco con las rayas laterales difuminadas.
Observando el comportamiento individual de estos animales, se pueden distinguir tres categorías: cazadores de animales salvajes, capturadores de animales domésticos y tigres antropófagos.
Los "cazadores de animales salvajes" evitan los lugares habitados, prefieren las zonas más desiertas, donde rastrean de continuo el bosque, entre hierbas y matorrales, siguiendo por todas partes a su posibles víctimas. El cazador que mata uno de estos tigres no tiene mucho de que alegrarse, pues se trata de un animal utilísimo para el agricultor puesto que elimina muchos ciervos y jabalíes que provocan graves daños en la agricultura.
El tigre "capturador de animales domésticos" suele establecerse en lugares próximos a los pueblos y elige a sus víctimas entre los animales que se llevan a pastar y entre los que de noche se mueven libremente en los pueblos. Y puesto que al caer la tarde los pastores ponen su rebaño a recaudo de los ataques del tigre, éste lleva a cabo su rapiña de día o, mejor aún, en las horas que preceden al anochecer.
El "tigre antropófago", en la mayor parte de los casos, es sólo un capturador de animales domésticos, pero que a fuerza de estar en contacto con el hombre, especialmente con los pastores, ha tomado gusto a la carne humana. Se trata casi siempre de hembras que tienen que cuidar a su prole, o de individuos que han tenido que renunciar a su alimento habitual a causa de alguna herida que ha disminuido su potencia física. Los tigres suelen hacerse antropófagos en aquellos lugares donde el ganado sólo pasta en cierta época del año, por eso, cuando se va, los hambrientos felinos se ven en la necesidad de atacar a los indígenas inermes. Se puede decir que en nuestros días ya no se oye hablar de tigres antropófagos y si todavía hubiese alguno encontraría pronto un hombre capaz de hacerle frente.
La época del celo de estos animales varía según el clima en que viven; en las regiones más septentrionales de su área de dispersión empieza tres meses después de iniciada la primavera, mientras que en las más meridionales no depende de ningún período fijo y de hecho los nacimientos se van produciendo durante todo el año. Cien días después del apareamiento la hembra da a luz dos, tres y hasta cuatro pequeños; a veces los nacidos son cinco o seis, pero esto sólo ocurre excepcionalmente. Los recién nacidos vienen al mundo en lugares inaccesibles, entre la vegetación más densa, y nacen con los ojos cerrados o semiabiertos; tienen el tamaño de un gato pequeño y son muy graciosos.
En las primeras semanas la madre no abandona nunca a sus pequeños, a no ser que sienta hambre; cuando más tarde los hijos empiezan a pedir comida sólida se la lleva de la que consigue en sus correrías.
Contrariamente al león, el tigre lleva una vida solitaria. Los pequeños están con la madre hasta que se bastan a sí mismos, y de la madre aprenden la astucia y el arte de cazar.
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