jueves, 29 de marzo de 2007

El Koala

El KOALA (Phascolarctos cinereus) presenta pies de cinco dedos, prensiles en el verdadero sentido de la palabra. En las patas delanteras, los dos dedos internos son oponibles a los otros tres; en las posteriores el pulgar, grande y desprovisto de uña, es también oponible. Los dedos restantes están armados de uñas afiladas, largas y curvas, que le permiten trepar. Por lo que se refiere a la dentadura, destacan los dientes incisivos superiores, bastante desiguales; los caninos, minúsculos, y los molares, llenos de tubérculos.
El singular aspecto de este marsupial se debe, sobre todo, a su gran cabeza, en la que se destacan las orejas, pequeñas, cubiertas de pelos larguísimos y muy divergentes una de otra; los ojos vivos y el hocico, ancho y chato. El pelaje, muy largo y casi rizado, es espeso, pero blando, fino y lanoso al propio tiempo. La cara aparece desnuda a lo largo del tabique nasal y desde el hocico hasta los ojos.
Vive en los árboles más altos, y se mueve con tal lentitud que se le ha dado el nombre de "perezoso australiano". Cuando la carencia de alimento le obliga a bajar al suelo, anda muy despacio, con una parsimonia asombrosa. De hábitos seminocturnos, pasa las horas calurosas del mediodía durmiendo entre las hojas de los eucaliptos que constituyen su medio preferido. Al atardecer se dedica a comer; su alimentación se compone de hojitas y yemas de eucaliptos.
La distribución del koala depende directamente de la distribución del hábitat adecuado. Es difícil saber cómo era la distribución del koala antes de la llegada de los europeos. No obstante, se sabe que entonces gran parte de la costa este de Australia estaba cubierta por montes de eucaliptos y que éstos debieron proveerles de un amplio hábitat. Aunque el conocimiento actual sobre su comportamiento nos dice que no debieron estar distribuidos uniformemente en toda el área, sin duda la distribución potencial debió haber sido por lejos superior a la de hoy.
Desde entonces se han desmontado enormes áreas de tierra para establecer granjas, pueblos y ciudades, y otras han sido devastadas por sequías, enfermedades e incendios. Se estima que se han destruido cuatro quintos del hábitat original, y hoy en día los koalas están ubicados sobre el hábitat remanente en poblaciones aisladas.
En Australia del Sur, donde fueron cazados hasta la extinción, y en Victoria donde casi se llegó a la misma situación, las autoridades han reubicado animales desde las islas al territorio, para repoblar esas áreas. Su número ha crecido, pero la interferencia del hombre ha causado nuevos problemas tales como sobrepoblación de algunas regiones.
Se le considera como un animal pacífico, que rara vez se encoleriza y que, a lo sumo, profiere un ladrido sordo o un grito estridente cuando está muy hambriento o un enemigo lo provoca; en este último caso, adopta un aspecto bastante amenazador, pero ni siquiera intenta arañar o morder a su oponente.
Se adapta bien a la vida en cautividad, en la que no tarda en encariñarse con el guardián a cuya custodia se halla.
La hembra da a luz una cría por parto, rara vez dos. Cuando el pequeño ha salido del marsupio, lo lleva durante mucho tiempo a la espalda, cuidándolo amorosamente.

martes, 27 de marzo de 2007

El Elefante Africano

No existen dudas sobre las diferencias entre el ELEFANTE AFRICANO y el asiático. El africano supera a su pariente de Asia en dimensiones, pero en conjunto su aspecto es menos atrayente: el cuerpo es más corto y está sostenido por patas más altas. Además, la cabeza plana, la trompa delgada, las grandes defensas, las enormes orejas, la línea dorsal arqueada, el tórax estrecho y las feísimas patas lo distinguen del elefante indio.
La frente, a partir del hueso nasal, se dirige hacia atrás y vuelve a aplanarse hacia el occipucio. El borde del ojo es algo prominente, la mandíbula débil, los músculos masticatorios están apenas esbozados, y la trompa se inserta en la frente sin sobresalir. El dedo táctil y prensil del extremo de la trompa es tan ancho que casi no merece ese nombre. Los orificios nasales, alargados y verticales, se encuentran situados en una depresión en forma de cáliz; el labio inferior, corto y redondeado, no es colgante y el animal suele mantenerlo cerrado. Los ojos son pequeños, con el iris castaño amarillento o rojizo claro. Las orejas, muy grandes como ya se ha dicho, se insertan en la parte superior de la cabeza. El cuello ostenta una pequeña cresta de pelos; asimismo unos pocos y ralos pelos castaño oscuros, de 10 a 15 cm de longitud, cuelgan del pecho y del vientre. Los pelos del mechón caudal, parecidos a alambres, pueden llegar a medir 40 cm y a veces más.
A pesar de su corpulencia, no es agresivo, y sólo ataca al hombre cuando está asustado o ha sido herido.
El sentido de la vista no está muy desarrollado en el elefante, pero en cambio son excelentes su oído y su olfato. Resulta prácticamente imposible aproximarse al animal cuando éste está situado en la dirección del viento.
En Africa se han dado casos de elefantes armados de dobles o triples defensas. Esas defensas de los elefantes (vulgarmente mal llamadas colmillos) varían bastante, en forma y color, según las regiones; y tales diferencias son tan marcadas que los conocedores del marfil pueden determinar, al observarlas, el lugar de donde provienen los elefantes. Las más largas son, las de los elefantes africanos, y en especial las de los que viven en la región de los lagos. Sir Samuel Baker llevó a Europa una que medía 3,27 m de longitud. y se dice que en la antigüedad había algunas que llegaron a pesar 120 y 130 kg, si bien nunca ha sido demostrado.
El elefante vive en las grandes selvas, sobre todo en las que abunda el agua. Pero su vida no está vinculada a ellas, ya que cambia de morada según las circunstancias y muchas veces emigra recorriendo grandes distancias; por ejemplo, en la mayor parte de Africa, durante varios meses sólo se le encuentra en las estepas abiertas, con árboles y arbustos cargados de fruta casi madura, o bien en los pantanos, donde crecen los juncos y las cañas. Para la vida de estos animales es indispensable la abundancia de agua: los rebaños van de un río a otro, de una laguna a otra, descansando allí donde encuentran agua para abrevar y humedecer y limpiar la piel. En sus cambios de residencia suelen recorrer casi siempre los mismos caminos o a veces los trazan nuevos. No se preocupan lo más mínimo de los obstáculos que encuentran a su paso: atraviesan a nado lagos y ríos; se abren camino, sin dificultad, en las selvas vírgenes más espesas y ascienden por caminos altos y rocosos.
La antigua creencia de que los elefantes no pueden acostarse es completamente errónea; para darse cuenta de ello basta observar a los elefantes que los circos suelen presentar al público. No obstante este proboscídeo no duerme siempre acostado, siendo muy frecuente que lo haga de pie; pero cuando quiere adoptar una posición más cómoda se acuesta y se levanta de su yacija con la misma facilidad con que ejecuta los demás movimientos habituales.
El elefante posee una voz sonora, con la que expresa sus emociones con una gama de sonidos muy amplia. Expresa el bienestar con un murmullo bajo y gutural, o bien mediante un chillido prolongado que se produce en la trompa; si se asusta, el animal emite un barrito con profundas notas de pecho; si está enfurecido o herido lanza un incesante sonido gutural, y si se le ataca su voz semeja la de un trombón o adquiere caracteres de agudísimo chillido.
Actualmente, en Africa, los elefantes, lo mismo que otros muchos animales, se hallan protegidos en las amplias y seguras reservas de los parques nacionales, donde viven en plena libertad pero a salvo de los cazadores.
El elefante africano vive actualmente en una amplia zona de Africa, desde Guinea al Sudán y desde Tchad a Rhodesia, y sobre todo en las reservas de los parques nacionales.

lunes, 26 de marzo de 2007

La Cebra

Se conocen con el nombre de CEBRAS varias especies de équidos distribuidas en las regiones africanas sudorientales y que se distinguen por su pelaje de fondo claro surcado por rayas negras. Las diversas especies se distinguen por el número, las dimensiones y la situación de dichas rayas, pero no siempre es fácil establecer esa distinción. Las cebras llevan vida social y suelen reunirse en grupos que a veces llegan a ser muy numerosos. En ciertas ocasiones permiten a otros animales unirse a su grupo, por ejemplo a los avestruces, grullas y búfalos. Pero son los avestruces los compañeros más fieles de estos équidos salvajes, los cuales saben que obtienen grandes ventajas de la vigilancia y de la innata prudencia de aquellas gigantescas aves.
Estos animales producen grandes daños en los cultivos de los indígenas. Casi siempre se les encuentra en la estepa abierta; de día descansan entre arbolados claros, protegiéndose del sol y de los tábanos. Las parejas en celo suelen estar juntas. En cuanto se inicia el crepúsculo, los grupos vuelven a la estepa, formando largas filas, y por la noche van a abrevar, guiadas por un experto semental. Los grupos de cebras cuentan siempre con muchas garcillas bueyeras, búfalos y antílopes que montan guardia, pues las cebras son poco prudentes.
En cuanto a su alimentación, las cebras no son muy exigentes. En las regiones donde viven habitualmente encuentran el necesario alimento, pero no siempre abundante; si la comida empieza a escasear en una zona determinada se trasladan a lugares más propicios. En efecto, lo mismo que otros muchos animales, emprenden migraciones periódicas en cuanto la sequía acaba con todo el verdor de las llanuras subdesérticas que constituyen sus zonas de residencia preferidas.
Su carácter se distingue por un infinito amor por la libertad, un innato salvajismo, la malicia y el valor; luchan valientemente, a mordiscos y a coces, contra las fieras que las atacan, hasta el punto de que las hienas prefieren dejarlas en paz. Probablemente sólo el león es capaz de abatir una cebra, puesto que incluso el audaz leopardo sólo se atreve con los individuos más débiles. Por lo tanto, el peor enemigo de la cebra es el hombre, al que estimulan las dificultades que presenta la caza de este animal y la belleza de su piel.
En realidad los équidos en estado salvaje están desapareciendo más o menos rápidamente en todos los lugares del mundo, pese a la conservación del medio en que habitan y a otras circunstancias favorables.
En su aspecto exterior la CEBRA DE BURCHELL recuerda mucho más al caballo que cualquiera de sus afines. Tiene el cuerpo redondeado, el lomo poco arqueado, pies robustos, crin erecta, cola larga y cubierta casi totalmente de pelos y orejas estrechas y de mediana longitud. El pelo, blando y liso, es amarillento en su parte superior y blanco en la inferior. A lo largo del espinazo ostenta una franja negra bordeada de blanco y por todo el cuerpo presenta gran cantidad de rayas negras intercaladas con otras castañas; las patas, por regla general, son uniformemente blancas y casi totalmente desprovistas de listas.
Esta cebra vive en las llanuras situadas al norte de los ríos Orange y Vaal. Actualmente su número es muy reducido y su forma típica se ha extinguido. Las costumbres de las cebras de Burchell son semejantes a las de las demás formas afines.
La CEBRA DE GRÉVY, también llamada CEBRA REAL, es sin duda la más hermosa entre todas ellas por la armonía de su cuerpo y la gracia de su porte. Con una alzada en la cruz de poco más de 1,50 m tiene una longitud de unos 2,50 m; presenta un color de fondo muy claro y bellísimo, de un delicado gamuza rosado, sobre el que destacan las rayas negras, de unos 3 cm de anchura en el tronco y de unos 8 en el cuello. Las patas están finamente listadas hasta casi la pezuña, y el vientre es blanco, sin rayas, y el hocico negro. Además de estas características, la cebra real se reconoce porque sus rayas son más estrechas y numerosas que las de cualquier otra especie.
Vive en Africa oriental, ocupando las zonas más septentrionales del área total de dispersión de las cebras. Este animal es muy aficionado al agua, por lo que muy a menudo se le encuentra, en pequeños grupos, cerca de ríos y lagunas, especialmente durante la estación seca.
La CEBRA DE GRANT es más abundante que las otras especies. Vive en la parte oriental de Africa ecuatorial; es de porte caballuno, con el cuerpo macizo y las rayas más anchas y menos numerosas que las de la cebra de Grévy. Las zonas claras predominan sobre las oscuras y el color de fondo es blancuzco o isabelino. Otras de sus características son el hocico bastante corto y el cuello esbelto.
El CUAGA, en otros tiempos muy abundante en Africa, está extinguido en la actualidad.
La característica más destacada de esta cebra era su coloración, pues las habituales rayas oscuras se limitaban a la parte anterior del cuerpo. El macho adulto alcanzaba una longitud de casi 2 m, más 60 cm de cola; la alzada era, aproximadamente, de 1,30 m. Este animal vivía en las altiplanicies de Africa austral, al sur del río Orange y al este del río Key; era, entre todas las cebras, la que habitaba las regiones más meridionales.
El cuaga fue haciéndose cada vez más escaso en la primera mitad del siglo pasado a consecuencia de la intensa caza de que era objeto y, probablemente, también a causa de enfermedades. El último individuo en libertad fue muerto en Aberdeen en 1858, y el último en cautividad murió en Amsterdam en 1883. Varios museos conservan, en total, una veintena de ejemplares disecados de este animal, uno de ellos en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

viernes, 23 de marzo de 2007

La Llama

La LLAMA (Lama glama) es bastante grande. Puede alcanzar una altura en la cruz de 119 cm y un peso de hasta 155 kg. Posee callosidades en el pecho y su color, muy variado, a menudo es muy claro y totalmente blanco pero nunca llega a ser oscuro.
No se conoce demasiado bien la organización social de la llama, ya que no existen poblaciones salvajes y es difícil llevar a cabo estudios del comportamiento en los rebaños que forman parte de una ganadería intensiva. Aún así, se considera que la llama sería en otros tiempos territorial y que viviría agrupada en harenes.
La distribución de la llama está limitada a las altiplanicies andinas. Sin duda, esta característica ha estado determinada por la actividada humana. El 70% de las llamas vive en Bolivia, pero es posible encontrarlas desde las regiones altas de Ecuador hasta el noroeste de Argentina, con una mayor concentración en un radio de norte a sur de 350 km alrededor del lago Titicaca, en la frontera entre Bolivia y Perú.
Acostumbradas a medios de altitud fríos y secos, las llamas se adaptan mal a los lugares situados fuera de su país de origen. Los numerosos intentos de introducirlas en distintos países han fracasado debido a las condiciones de humedad de los países templados y a las enfermedades; sin embargo, hoy en día es bastante habitual verlas en los zoológicos. En Estados Unidos, la población de llamas aumenta y sus propietarios las crían para aprovechar la lana, pero también como animal de compañía. La llama es en efecto muy dócil; pero es necesario conocer sus sistemas de defensa. Uno de los más espectaculares consiste en lanzar un esputo nauseabundo y ácido compuesto por sustancias digeridas parcialmente por el estómago. El agresor así bañado puede aún considerar que ha tenido suerte si no le ha entrado nada en los ojos.
En lo que refiere a su alimentación, la especie muestra preferencia por los pastos más bien secos de las laderas montañosas y por las partes gruesas de las plantas. La llama posee el área más extensa (dentro de los camélidos americanos) después del guanaco, lo que sin duda se debe a la austeridad de su alimentación.
La llama es un animal influyente en las comunidades de vida de altura, más que todo por el efecto de sus excrementos que favorecen el crecimiento de plantas nitrófilas, vale decir, aquellas que se multiplican en los suelos con exceso de amoníaco y nitrato. Las deposiciones, además de servir de abono, se utilizan también, en las zonas donde escasea la madera, como combustible.
Agosto y setiembre son los meses de celo y entonces los machos luchan por lograr la supremacía en la dirección del hato o por la posesión de varias hembras. Entre 348 y 368 días después de la cópula, nace un solo hijo. Al nacer, la cría pesa entre 8 kg y 16 kg.
Los europeos del siglo XVI la encontraron, ya domesticada, como medio de transporte de los nativos para llevar los lingotes de plata de Potosí, donde se usaban hasta 300.000 animales. La utilización de las llamas como bestia de carga también hicieron posibles las transacciones comerciales, la expansión militar, la construcción de templos y la explotación de minas de oro y de plata.
La llama era también el símbolo del poder soberano. El Inca recibía como regalo la napa, una llama blanca recubierta de una prenda escarlata, y adornada con zarcillos de oro y un collar de conchas rojas. Con motivo de las cuatro grandes fiestas incaicas, que se celebraban en los solsticios y los equinoccios, miles de llamas blancas eran sacrificadas al dios Sol. Una característica significativa de la importancia de la llama para esta civilización consiste en que los límites del imperio coincidían con los límites de la extensión de las llamas.
Progresivamente, el desarrollo de las infraestructuras viarias y ferroviarias destituyó a la llama de sus funciones. Aún así, las dos especies domésticas (la alpaca y la llama) siguen desempeñando un papel importante en la economía de subsistencia de los pueblos remotos de los Andes. En estas zonas, se crían por la lana, la carne y la piel.
Se han descrito dos razas de llama: la chaku, la más corriente, con la lana bastante larga y la ccara, de pelaje muy corto.
Los cruces entre llama y vicuña efectuados en el sur de Perú han producido híbridos con el tamaño de la llama o de la alpaca y el color rojizo de la vicuña. También se puede cruzar con el guanaco y producir híbridos fértiles llamados guacollamas.

jueves, 22 de marzo de 2007

El tigre

Junto con el león, el TIGRE es entre todos los félidos el más perfecto: ningún otro representante de la familia tiene su belleza y su ferocidad. Fiera formidable y terrible no rehuye, como el león, los lugares habitados por el hombre al que, por el contrario, provoca con astucia y agudeza.
Como un gato de pelo corto, con barba en las mejillas y con pelaje rayado con listas transversales muy marcadas y de color particularmente elegante, el tigre es un espléndido felino, ciertamente no menos admirable que el león, al que incluso supera en altura, esbeltez y en la agilidad de movimientos. Su longitud, medida desde la punta del morro a la extremidad de la cola, puede alcanzar los 3,80 m en los machos más viejos; pero, por lo general, no suele pasar de los 3 m, incluida la cola. Las hembras son mucho más pequeñas que los machos. El tigre pesa de 200 a 270 kg.
Los tigres que viven en las regiones septentrionales tienen, al menos durante la estación fría, un pelaje más espeso y largo que los de las llanuras cálidas de la India. El dibujo de este pelaje presenta una armoniosa combinación de colores, sobre todo en el contraste entre el amarillo rojizo claro y las rayas oscuras que lo recorren por encima. El tigre de bosque suele tener un color más intenso que el de la jungla; pero en todos los ejemplares parten del dorso, en dirección oblicua, rayas transversales, irregulares y ligeramente dirigidas hacia atrás, que descienden hacia el pecho y el vientre; la distancia entre esas rayas varía en cada individuo. Como en otros felinos, la coloración típica del manto varía sensiblemente según la latitud y clima: el color de fondo puede ser más oscuro o más claro, incluso alguna vez negro o blanco con las rayas laterales difuminadas.
Observando el comportamiento individual de estos animales, se pueden distinguir tres categorías: cazadores de animales salvajes, capturadores de animales domésticos y tigres antropófagos.
Los "cazadores de animales salvajes" evitan los lugares habitados, prefieren las zonas más desiertas, donde rastrean de continuo el bosque, entre hierbas y matorrales, siguiendo por todas partes a su posibles víctimas. El cazador que mata uno de estos tigres no tiene mucho de que alegrarse, pues se trata de un animal utilísimo para el agricultor puesto que elimina muchos ciervos y jabalíes que provocan graves daños en la agricultura.
El tigre "capturador de animales domésticos" suele establecerse en lugares próximos a los pueblos y elige a sus víctimas entre los animales que se llevan a pastar y entre los que de noche se mueven libremente en los pueblos. Y puesto que al caer la tarde los pastores ponen su rebaño a recaudo de los ataques del tigre, éste lleva a cabo su rapiña de día o, mejor aún, en las horas que preceden al anochecer.
El "tigre antropófago", en la mayor parte de los casos, es sólo un capturador de animales domésticos, pero que a fuerza de estar en contacto con el hombre, especialmente con los pastores, ha tomado gusto a la carne humana. Se trata casi siempre de hembras que tienen que cuidar a su prole, o de individuos que han tenido que renunciar a su alimento habitual a causa de alguna herida que ha disminuido su potencia física. Los tigres suelen hacerse antropófagos en aquellos lugares donde el ganado sólo pasta en cierta época del año, por eso, cuando se va, los hambrientos felinos se ven en la necesidad de atacar a los indígenas inermes. Se puede decir que en nuestros días ya no se oye hablar de tigres antropófagos y si todavía hubiese alguno encontraría pronto un hombre capaz de hacerle frente.
La época del celo de estos animales varía según el clima en que viven; en las regiones más septentrionales de su área de dispersión empieza tres meses después de iniciada la primavera, mientras que en las más meridionales no depende de ningún período fijo y de hecho los nacimientos se van produciendo durante todo el año. Cien días después del apareamiento la hembra da a luz dos, tres y hasta cuatro pequeños; a veces los nacidos son cinco o seis, pero esto sólo ocurre excepcionalmente. Los recién nacidos vienen al mundo en lugares inaccesibles, entre la vegetación más densa, y nacen con los ojos cerrados o semiabiertos; tienen el tamaño de un gato pequeño y son muy graciosos.
En las primeras semanas la madre no abandona nunca a sus pequeños, a no ser que sienta hambre; cuando más tarde los hijos empiezan a pedir comida sólida se la lleva de la que consigue en sus correrías.
Contrariamente al león, el tigre lleva una vida solitaria. Los pequeños están con la madre hasta que se bastan a sí mismos, y de la madre aprenden la astucia y el arte de cazar.

La Jirafa


La JIRAFA se caracteriza por la extraordinaria longitud de su cuello, por sus altas patas y por presentar la línea del dorso muy inclinada. Esa longitud del cuello y la altura de las patas hacen de la jirafa el más alto y también, proporcionalmente, el más corto de todos los mamíferos.
Actualmente la jirafa tiene un área de dispersión geográfica muy fragmentaria, encontrándose en algunas regiones al sur del Sahara, desde Nubia hasta el río Orange, al Este, y hasta Nigeria y Angola al Oeste.
En estos lugares habita las estepas en las que haya árboles y matorrales, y casi nunca se la encuentra en lugares montañosos. Suele vivir en rebaños de diez a quince individuos, pero allí donde tiene la seguridad de poderse defender de sus enemigos se reúne en grupos mucho más numerosos. Estos rumiantes, por lo general caminan con paso tranquilo y majestuoso, y al mismo tiempo con mucha gracia, porque mueven a la par las dos patas del mismo lado; en cambio en la carrera pierden toda su elegancia. Cuando huye, la jirafa coloca la cola sobre el lomo.
Cuando quiere acostarse, empieza por apoyarse sobre la flexible articulación de las patas delanteras, luego recoge y dobla las posteriores y, por último, se apoya en el suelo con el pecho, tal como lo hace el camello. Su sueño es ligerísimo y dura poco; puede estar varios días sin dormir, o, como máximo, descansa de pie.
Debido a sus caracteres físicos, la jirafa es un animal poco apto para pastar la hierba; en cambio alcanza con la mayor facilidad, las hojas de los árboles: para ello se vale de la lengua, extremadamente movible y con la que logra atrapar hasta las cosas más diminutas.
Las jirafas se alimentan principalmente de ramas, hojas y yemas de mimosa, aunque también les gustan las hojas de las plantas trepadoras que, en gran número, cubren los árboles de los bosques africanos. Cuando se nutre con alimentos frescos y jugosos puede permanecer mucho tiempo sin agua, pero en las épocas de sequía recorre varios kilómetros para abrevar en las lagunas pantanosas o en las charcas.
En cuanto a la reproducción de estos animales, las observaciones hechas en distintos parques zoológicos demuestran que el apareamiento se produce en marzo o a principios de abril, y el parto en mayo o junio del año siguiente, es decir, tras una gestación que oscila entre 420 y 450 días. Cuando el pequeño viene al mundo, permanece inmóvil durante un minuto, aproximadamente, y luego comienza a respirar; al cabo de media hora intenta levantarse y poco después se acerca, dando traspiés, a la madre. A las diez horas del nacimiento corre ya por todas partes.
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